Los antiinflamatorios no esteroideos son uno de los grupos de fármacos más utilizados a nivel mundial. Se calcula que 30 millones de personas los consumen diariamente, de los cuales cerca del 25% son mayores de 65 años. Sin embargo, esta medicina no es tan inofensiva como se piensa, los riesgos al consumirlos son muchos, sobre todo a la hora de automedicarse
Los antiinflamatorios son un grupo de fármacos que reducen los síntomas de la inflamación, el dolor y la fiebre, a través de la inhibición de una enzima llamada ciclooxigenasa, lo que provoca que disminuya la producción de prostaglandinas inflamatorias, agentes responsables de estas molestias.
Existen varios tipos: están los fármacos tradicionales con mayor acción antiinflamatoria, como por ejemplo el Ibuprofeno, Ketoprofeno, Diclofenaco y Piroxicam. Por otro lado están los que actúan como analgésicos, Paracetamol y Dipirona, entre otros. Luego, están los analgésicos derivados del opio (morfina), que incluye el Tramadol, grupo que no presenta problemas con la presión arterial ni con la tolerancia gástrica, pero existe la posibilidad de elación - es decir sensación de bienestar - que puede llevar a dependencia. Por último, están los antiinflamatorios selectivos COX-2, que si bien no provocan alteraciones gástricas; algunos de ellos debieron retirarse del mercado por aumento del riesgo de trombosis en arterias de cerebro y corazón.
A pesar de los beneficios y el bienestar que entregan los antiinflamatorios a la persona que los consume, las contraindicaciones determinan quiénes pueden o no usarlos, sin poner en riesgo la salud. El Doctor Juan Carlos Prieto, Profesor Asociado de Cardiología y Farmacología Clínica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, explica que las personas con úlcera gastroduodenal, antecedentes de hemorragia digestiva o de hipertensión arterial, no deben preferir los antiinflamatorios tradicionales.
“Es muy clara la asociación entre la inhibición de la síntesis de prostaglandinas protectoras de la mucosa gástrica, inducida por el consumo de este tipo de antiinflamatorios, con la aparición de gastritis y otras patologías del estómago”, detalla el especialista.La relación que existe con la hipertensión arterial, se debe a que las prostaglandinas también están en el riñón, son vasodilatadores y favorecen la producción de orina. Por lo tanto, al dar antiinflamatorios se produce una contracción de los vasos a nivel renal, lo que produce una retención de sal y agua, con el riesgo latente de dañar la función del riñón cuando el uso es superior a tres días.
Cuando hay hipertensión leve o moderada, es posible prescribir antiinflamatorios en los casos de esguince o fracturas. Pero idealmente por no más de dos a tres días, porque es probable que aparezcan los efectos indeseados a partir del cuarto día. En los pacientes hipertensos severos hay que tener mayor precaución; verificar que los medicamentos contra la hipertensión estén funcionando y monitorear constantemente la presión arterial.
Además, hay un porcentaje de la población susceptible de desarrollar alergia, por lo que hay que tener cuidado ante una posible hipersensibilidad a los antiinflamatorios, mecanismo que también podría llevar a daño hepático o renal.
No se automedique
La gente tiende a consumir fármacos sin prescripción médica, sobre todo cuando sufren de jaquecas, dolores musculares, o alguna inflamación. Si bien el Dr. Prieto piensa que esto no tiene nada de malo, el problema con los antiinflamatorios es la duración de este tratamiento más allá de
una semana.
“La gente joven soporta bien los problemas que pueden causar los medicamentos, porque tienen la presión normal, no presentan daño vascular, ni antecedentes de infartos; pero en una persona mayor de 55, 60 años, es más probable que se agrave una hipertensión arterial”, comenta el doctor.
Si por hipertensión se estipula que no se debe consumir antiinflamatorios tradicionales, es posible usar otras alternativas como los analgésicos o los derivados opiáceos, pero estos últimos deben ser prescritos por un médico.
Advertencias
Antiinflamatorios y tratamiento anticoagulante Los anticoagulantes orales tales como acenocumarol y warfarina, inhiben las proteínas de la coagulación en la sangre, con lo que impiden la formación de un trombo cuando hay daño en la pared interna de las arterias. Al tomar un antiinflamatorio es posible que se duplique el efecto del primero. Por lo tanto, cuando una persona está con tratamiento anticoagulante y necesita tomar este tipo de antiinflamatorio, debe consultar con el especialista que lleva el control de la coagulación para ajustar las dosis.
Antiinflamatorios Esteroideos
Los derivados del corticoide, como la prednisona, tiene excelente efecto antiinflamatorio, pero tienen efectos colaterales inconvenientes que afectan la formación de células sanguíneas en la médula ósea, atrofia muscular, aumento del riesgo de osteoporosis, retención de sodio y agua, aumento de la presión arterial, disminución de la protección gástrica, (úlcera, gastritis), entre otros. Además, el uso extendido produce la redistribución de la grasa, sobre todo en la cara, que se conoce como “cara de luna”.
El riesgo va a depender de la dosis. Algunas enfermedades autoinmunes como por ejemplo lupus o artritis reumatoide necesitan dosis muy altas que aumentan el riesgo de estos efectos colaterales
Lo que dijo el Médico
“No se automedique, salvo que tenga un dolor agudo traumático y tiene un antiinflamatorio tradicional en la casa que ya probó antes. Puede tomar un par de dosis y hasta tres días es relativamente seguro, pero si el dolor o la causa persisten, debe consultar al médico
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