“¡No sólo protección nos dan los anticonceptivos !”

 

Pese a que su uso tiene efectos a nivel reproductivo, no sólo guardan relación con la prevención de embarazos. En sus distintos formatos, los anticonceptivos pueden producir daños en el sistema cardiovascular. No es alarmante, pero sí se deben tener los cuidados pertinentes. Sepa cuáles son, cómo se producen, y la mejor opción.

 

AnticonceptivosLa historia del uso masivo de los anticonceptivos nace en el mundo alrededor de 1960, cuando se descubre cómo un medicamento puede hacer que una mujer no ovule. Inicialmente se pensó que si a ellas se les daba una dosis alta de estrógenos se podía inhibir la ovulación, sin embargo se dieron cuenta de que la progesterona en una dosis un poco distinta a la que circula normalmente en una mujer, es lo que provoca el efecto anovulatorio.

 

Inicialmente en los años ‘60, los estrógenos que se ocuparon en los anticonceptivos fueron los mismos que produce una mujer : el estradiol. A este se le agregó una molécula del grupo etinil, obteniendo así el etinil-estradiol. El problema es que estas dosis iniciales eran de alrededor de 100 microgramos por cada pastilla, una cantidad muy alta. Así lo indica el Dr. Rodrigo Macaya, ginecólogo de la Red de Salud de la Pontificia Universidad Católica, quien señala que “si uno habla en términos relativos y le pone potencia de uno al estradiol normal, el etinil-estradiol tiene una potencia 100 veces mayor, lo que desde el punto de vista del hígado, -hasta donde llega el anticonceptivo oral al ingerirlo-, hace que éste trabaje muchísimo más”.

Ya que el hígado no sólo tiene funciones digestivas, sino que también produce proteínas y, por ende, factores de coagulación, si a éste se le entrega una molécula que lo “atore”, como el etinilestradiol, provocará trabajo excesivo y aumentará el riesgo de formar coágulos en las venas, es decir provocará trombosis venosas o tromboembolismo pulmonar. Aunque no es lo único.

El Dr. Macaya comenta que durante los primeros años de distribución del Anticonceptivo Oral (ACO), se probaron sus efectos en una enfermera, quien murió debido a una trombosis cerebral luego de someterse a la administración de este fármaco. Esto determinó que dicha patología se podía dar tan frecuentemente como los coágulos en venas y pulmones, y a su vez relacionó el uso de ACO a las enfermedades cardiovasculares.

Al respecto, la Dra. Mónica Acevedo, cardióloga del Depto. de Enfermedades Cardiovasculares de la UC, comenta que esta relación se da debido a que los ACO contienen diferentes mezclas de estrógenos, generalmente etinil-estradiol, y también derivados de la progesterona, llamados progestinas. Dependiendo de la cantidad de cada uno, sus efectos sobre el sistema cardiovascular pueden variar.

“En general, los estrógenos endógenos, es decir, los que todas las mujeres producimos antes de la menopausia y que son propios, tienen acciones benéficas importantes en nuestro organismo: producen dilatación de nuestras arterias, evitan la oxidación del colesterol malo, y disminuyen la agregación de las plaquetas (lo que evita la formación de coágulos) entre otras acciones. Sin embargo los ACO en nuestro organismo, no ejercen las mismas acciones que los estrógenos endógenos”

La especialista enumera algunas de estas acciones:

a) Colesterol: Los efectos de los ACO en nuestro organismo dependen de la cantidad de estrógenos que contenga la píldora: con dosis bajas, 20 ug de etinilestradiol, puede bajar un poco el colesterol bueno o HDL y subir levemente el malo, LDL, y los triglicéridos. En cambio, los anticonceptivos transdérmicos, o sea los que se ponen en la piel, casi no alteran el colesterol ni los triglicéridos, ya que no se absorben, y por lo tanto no se metabolizan en el hígado. El componente progestina del ACO, puede bajar el HDL.

b) Presión arterial: La mayoría de los estudios en mujeres que usan ACO, han demostrado aumento de la presión arterial con el uso de estos. Sin embargo, existen nuevas combinaciones de ACO en los que el componente de progesterona es la drospirenona, que tiene un efecto diurético débil, y por lo tanto, puede ayudar a bajar la presión arterial. Este último ACO de nueva generación, además no produce aumento de peso.

c) Trombosis: (formación de coágulos) En general, los estrógenos que contienen los ACO producen elevación de factores que aumentan la probabilidad de formar trombos o coágulos en las venas. Así mismo, las progestinas que contienen los ACO, también aumentan los factores coagulantes. Es importante recalcar que en estudios en animales y humanos, se ha descubierto que en aquellas mujeres premenopáusicas que tienen “disfunción ovárica” o disfunción del hipotálamo (en el cerebro), es decir que tienen alteración de la ovulación, pueden tener más riesgo de ateroesclerosis en el futuro, o sea problemas en las arterias en la edad madura. En ellas el uso de ACO para regular la función menstrual sería aconsejable.

El Dr. Macaya señala que si uno separa a las pacientes según el riesgo de trombosis, una paciente sana de 20 años que no consume anticonceptivos tiene un riesgo de una cada 100 mil mujeres en un año, lo que va aumentando en forma logarítmica cada dos décadas, “es decir, si a los 20 teníamos esa cifra, a los 40 vamos a tener a una cada 10 mil en un año, a  los 60 tendremos uno cada mil, y así sucesivamente. Eso es lo esperado”, comenta.

 

Hoy los anticonceptivos aumentan, por sí solos, entre dos a tres veces el riesgo de trombosis en una paciente sana que los ingiera. Sin embargo, esta es una cifra escandalosa, y el Doctor señala que la ecuación es mucho más simple y menos traumática: “En el fondo, el peligro crece de un caso en un año a dos, por lo tanto sigue siendo un riesgo muy bajo”.

Ahora, la pregunta que surge, es por qué si la eficacia anticonceptiva la tiene la progesterona y no el estradiol, no se administran anticonceptivos sólo con el primer componente, teniendo en cuenta que los riesgos de trombosis en este caso son menores. La respuesta es simple, según lo señala el ginecólogo: no todas las mujeres ocupan anticonceptivos sólo con progesterona, debido a que si no se les da estradiol, definitivamente la paciente no menstrua.

“Existe una tendencia de darles anticonceptivos a los pacientes de más de 40 años sólo en base a progesterona, sin estrógenos. Sin embargo, a esto hay que sumar los factores propios de la edad y un importante tema social, como es el consumo de tabaco, ya que éste en combinación con anticonceptivos aumenta considerablemente el riesgo de trombosis.

Si sólo el anticonceptivo aumenta este riesgo dos o tres veces, cuando se le suma el tabaco hay que duplicar esa cifra, es decir, se van doblando los riesgos. Si una mujer me consulta si puede tomar anticonceptivos, y fuma, mi respuesta como médico debe ser “no”; o se elige el  anticonceptivo o el tabaco. La combinación es muy mala, sobre todo en mujeres sobre 35 años”, señala categórico.

 

¿Y el menos riesgoso?

El Dr. Macaya clasifica los tipos de anticonceptivos hormonales según sean de uso oral, inyectables, en parches y los anillos vaginales. Aquellos que son asimilados por el hígado, como los de uso oral, son más riesgosos ante una trombosis que aquellos que no pasan por él, aunque todo está dado por la dosis que se esté administrando.

Por ejemplo, en el caso de los parches, como la sangre que pasa por la piel no va primero al hígado, no deberían tener riesgo de trombosis; sin embargo esto también dependerá de la dosis, ya que si es alta, igualmente puede terminar llegando hasta este órgano. “De hecho, hay estudios que consideran aun más riesgoso el uso de parches, y aunque no está muy clara la causa, se debería al efecto hormonal acumulativo que produce”, comentó.

En el caso del anillo vaginal, que tiene estrógenos y progesterona, entrega una dosis mucho más estable, y ha demostrado una incidencia de trombosis un poco menor al de las pastillas, aunque todavía mayor que lo esperado para la población. “Por lo tanto desde el punto de vista cardiovascular, si uno tuviera que elegir algo que entregue estrógenos y progesteronas, el anillo sería lo más recomendable”, señala el Dr. Macaya.

Misma opinión tiene la cardióloga Mónica Acevedo, quien opina que en general estas formulaciones, como los anillos vaginales, producen menos efectos colaterales, ya que las concentraciones de hormonas son más bajas en la sangre. Sin embargo, no existen estudios de seguimiento con un gran número de mujeres que sea grande como para evaluar los efectos específicos en complicaciones cardiovasculares. Este método es más recomendable que los ACO en mujeres mayores de 40 años con otras enfermedades médicas asociadas.

Por otra parte, la Dra. Acevedo señala que las inyecciones anticonceptivas pueden ser de dos tipos: combinaciones de estrógenos y progestina o sin estrógenos, es decir, sólo con progestinas. Las últimas, al no contener estrógenos, dan menos efectos colaterales cardiovasculares.

 

¿Cuál es el riesgo si tomo anticonceptivos?

  • Trombosis venosa:

En general todos los ACO que contienen estrógenos sintéticos producen mayor riesgo de trombosis.
El riesgo es de dos a cuatro veces mayor que en las que no usan ACO. Así mismo, este riesgo es peor
en las fumadoras. Sin embargo, al bajar las dosis de estrógenos contenidos en la píldora (existen
actualmente algunos con dosis muy bajas de 20 ug o menos), baja el riesgo de trombosis. Hay que
tener cuidado, eso si, con los nuevos ACO, ya que algunos que contienen baja cantidad de estrógeno,
tienen al mismo tiempo progestinas que también pueden aumentar el riesgo de coágulos.

  • Infarto al corazón o al cerebro:

En general este riesgo es bajo. Los estudios han demostrado que las mujeres en edad media de la vida, entre 30 y 55 años, que tienen historia de haber consumido ACO en el pasado reciente, no presentan mayor riesgo de infarto al corazón o al cerebro en comparación con las mujeres que nunca los usaron.

Sin embargo, los mismos estudios han demostrado que el uso “actual” de ACO, es decir el riesgo en las mujeres que están tomando ACO, si aumenta pero levemente. Esto se da sobre todo en aquellas que son fumadoras al mismo tiempo. El riesgo también es mayor en aquellas mujeres > 50 años que tienen otros factores de riesgo asociados, como diabetes, hipertensión arterial y/o que son muy obesas.

 

 

 

 

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