LA INTOLERANCIA A LA LACTOSA, EL MAL DE MODA
En la última década cada vez son más las personas que manifiestan malestar al consumir lácteos, y se dejan llevar por un “diagnóstico familiar” que los ayuda a, sin embargo, la solución va más allá de una simple recomendación, y requiere de un buen análisis.
La lactosa es el azúcar de la leche, que se encuentra presente en animales como la vaca, la oveja, la cabra, y en algunos productos industriales, como las salchichas y patés, margarinas, helados, salsas, algunos fiambres y embutidos, cereales enriquecidos, sopas instantáneas, alimentos, comidas preparadas, medicamentos, entre otros.
Si dicho azúcar no es digerido normalmente, se provoca lo que se conoce como “intolerancia a la lactosa”, que se explica por la falta de la enzima lactasa en el intestino delgado necesaria para sintetizar la lactosa consumida. Esta última, al no ser digerida total o parcialmente, pasa al intestino grueso donde es descompuesta por bacterias, generando desechos que provocan los síntomas que la identifican, como hinchazón abdominal y diarrea.
Según la nutricionista Claudia Serrano, Directora de www.nutriamiga.cl, el aporte de los lácteos es fundamental a toda edad, “debido a que de ellos necesitamos básicamente las proteínas, fundamentales para todos los procesos formativos del cuerpo, y también el calcio, mineral esencial en la mantención de huesos y dientes”, señala.
Cuando se recomienda consumir lácteos no se refiere solamente a tomar leche en su formato más tradicional, sino más bien a incorporar todas sus variantes a la alimentación, es decir, yogures, quesos, etc. “La buena noticia es que de todos estos productos actualmente ya encontramos una versión Sin Lactosa, por lo tanto no existe excusa para no cumplir con las porciones diarias de lácteos recomendadas”, comenta la especialista.
Síntomas y tratamiento
Las molestias físicas relacionadas con la intolerancia a la lactosa pueden incluir uno o más de los siguientes síntomas, los que se inician generalmente 30 minutos a 2 horas después de ingeridos los alimentos que la contienen:
Dolor abdominal
Espasmos
Hinchazón y distensión abdominal
Gases abdominales y flatulencias
Diarreas ácidas
Náuseas
Heces pastosas y flotantes
Defecación explosiva
Vómitos
“Si se tiene manifestación de estos síntomas, la persona debe acudir al médico, ya que es muy importante confirmar este diagnóstico a través de exámenes, como el test de hidrógeno en el aliento, que es el más utilizado, o por medio del test sanguíneo de sobrecarga de lactosa, biopsia del intestino delgado o un test genético. Su médico determinará cuál de estos exámenes se realizará según su evaluación y disponibilidad”, cuenta la nutricionista.
Si finalmente se confirma el diagnóstico de intolerancia a la lactosa, la solución es simple y está muy a la mano, debido a la existencia de una gran variedad de productos que nos ofrece la industria y que se pueden elegir para el consumo.
No crea todo lo que le cuentan
Existe la errónea idea de que después de los veinte ya no tiene sentido consumir lácteos debido a que los huesos están formados. En efecto, nuestro sistema óseo ya está maduro, sin embargo, los huesos son órganos vivos que se van regenerando, por lo tanto la suplementación de calcio y vitamina D para fijarlo es fundamental.
“Las mujeres somos aun más afectadas por esta pérdida de calcio, debido a procesos naturales, como el embarazo y lactancia, por lo tanto se debe buscar la forma de que el consumo de lácteos no falte en la dieta diaria de este grupo”, concluye la especialista en nutrición.
RECUADRO
Consumo de lácteos al día según la etapa de la vida:
Adultos 3 porciones diarias
Adolescentes y embarazadas 4 porciones
Adultos mayores 3 ½ porciones. |