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El 11% de los adultos chilenos sufre de alguna enfermedad renal, lo que los hace vulnerables de padecer una enfermedad cardiovascular, debido a que están absolutamente ligadas. Aquí le explicamos esta compleja relación y le entregamos las claves para prevenir su incidencia.
 No muchos saben de la relación directa que hay entre la función del corazón y el sistema renal.
Y comenzaremos explicándola así: Por una parte, los riñones son los encargados de filtrar toda la sangre del sistema circulatorio, “limpiando” al día aproximadamente 200 litros de ella y eliminando los desechos mediante la orina y otros excesos de agua. Por la otra, el corazón es el órgano principal del sistema circulatorio encargado de bombear mecánicamente toda la sangre a través de nuestro cuerpo y principalmente a los riñones. Es así como ambos órganos se encuentran íntimamente relacionados.
Si bien años atrás se pensaba que las enfermedades del corazón y los riñones no tenían conexión, estudios han logrado establecer que el mal funcionamiento de uno afecta al otro
absolutamente. Según la doctora Miriam Alvo, nefróloga del Hospital Clínico Universidad de Chile, “por una parte el gasto cardíaco es fundamental para aportar el flujo sanguíneo que requiere el riñón para funcionar y por otro lado, el volumen sanguíneo es mantenido por el riñón y la alteración de éste y de la presión arterial afectan la función cardíaca”.
Enfermedades asociadas
El mal funcionamiento del riñón o del corazón, puede generar diversas enfermedades, pero cuando una enfermedad se inicia en el riñón, el paciente presentará, en un 95% de los casos, hipertensión arterial y en un 85% afección cardiovascular. Las enfermedades renales más frecuentes que dañan el sistema cardiovascular son la diabetes mellitus y la hipertensión arterial. “Cualquier enfermedad renal aumenta el riesgo cardiovascular de los pacientes debido al aumento de la aterogénesis e hipertensión arterial” comenta la nefróloga.
Por otra parte, se estima que la prevalencia de enfermedad renal en Chile, es aproximadamente del 11% en la población adulta. Desde muy temprano el daño renal se asocia a un aumento progresivo de hipertensión arterial, hipertrofia ventricular izquierda, insuficiencia cardíaca y enfermedad coronaria.
Complejo tratamiento
Cuando se presenta algún síndrome cardio-renal el tratamiento y control del paciente no es tarea fácil para los especialistas, debido a que cuando el buen funcionamiento del corazón se ve afectado por el mal funcionamiento de los riñones, o viceversa, las enfermedades asociadas se agravan. La doctora Alvo señala que “el manejo de estos pacientes es a veces muy difícil ya que, al tratar la insuficiencia cardíaca con diuréticos se exagera la disfunción renal y al disminuir los diuréticos se deteriora la función cardíaca. Existe un grupo de estos pacientes que se beneficia con diálisis más precoz, siendo especialmente útil la diálisis peritoneal”.
Siempre es mejor prevenir
Pese a que el tratamiento es complejo, prevenir estas patologías es bastante sencillo. Dejar el tabaco, bajar el consumo de sal que le agregamos a nuestras comidas o preocuparnos de leer las etiquetas para conocer la cantidad de sodio que poseen los alimentos envasados, son algunos de los cuidados simples que se deben tener. Si a eso le sumamos realizar ejercicio y mantener una dieta equilibrada, la prevención será completa y nos ayudará a mejorar el funcionamiento de nuestro corazón y riñones, evitando así futuras enfermedades.
La especialista afirma “que las enfermedades renales se pueden prevenir con un adecuado manejo de la presión arterial, un óptimo control de la glicemia, colesterol y una dieta que disminuya la progresión del daño a los riñones. Esto incluye disminución de la ingesta proteica, de sal y alimentos con exceso de grasa animal”. Conjuntamente, se recomienda el consumo abundante de cereales, legumbres frutos secos verduras y hortalizas, así como menores cantidades de pescado aves, huevos y derivados lácteos. |
