“Rehabilitación Cardiovascular; Vivir más y mejor”



CardivascularUn recuperación física y mental deben ser los objetivos de un  paciente y su equipo  médico, para que logre reintegrarse en la sociedad y se sienta lo más normal posible luego de haber tenido un evento cardiovascular.



Durante el 2008, murieron aproximadamente ocho mil personas por Cardiopatías coronarias, principalmente por infarto agudo al miocardio, la misma cifra por accidentes cerebro-vasculares (obstrucción de una arteria del cerebro), y tres mil debido a enfermedades generadas por la hipertensión arterial. Aquellos que lograron sobrevivir a un ataque al corazón, deben pasar por un largo período de recuperación, tanto física como mental; y una vez estabilizados, es tiempo de la reintegración.
La Dra. Inés Barquín, cardióloga clínica del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, afirma que a todo este proceso se le denomina “Rehabilitación Cardiovascular”. “Está orientada al grupo de personas con patologías coronarias, infartos, angioplastías, y principalmente para aquellos que han pasado por una cirugía de corazón o de arterias. Además, participan de este programa, pacientes con insuficiencia cardíaca, o que presentan graves factores de riesgo, como los obesos”, explica la especialista. Éste proceso consiste en un conjunto de actividades, supervisadas por un equipo multidisciplinario de profesionales, en el que enfermeras, kinesiólogos, nutricionistas, psicólogos, psiquiatras, y por supuesto cardiólogos, ayudan a la reintegración del paciente a su vida normal, enseñándole a vivir con su enfermedad, y a prevenir una posible recaída.
En Chile, existen dos tipos de rehabilitación: la prevención primaria y la secundaria. Ésta última se practica en quienes padecen enfermedades coronarias, es decir, al grupo mayoritario. “A la prevención primaria asisten personas que tienen hipertensión, son obesas o sedentarias, pero nunca han tenido una manifestación de enfermedad coronaria, un infarto o angina de pecho”, comenta la Dra. Barquín.
La idea de la Rehabilitación Cardiovascular es tratar a los pacientes que presentan factores de riesgo, modificando sus estilos de vida, para evitar que desarrollen una patología coronaria. Entre las tareas que se llevan a cabo, está el hacer bajar de peso a los obesos, y fomentándoles el gusto por el ejercicio. Según la Doctora, el objetivo de la prevención secundaria, “es el evitar que aquella persona que se enfermó de las coronarias –tuvo un infarto, una angina de pecho, o una cirugía de las coronarias-, tenga otro evento que puede ser mortal, o que su patología avance y lleve al paciente a padecer insuficiencia cardíaca”.
Ambos programas funcionan en base a controlar todos los factores de riesgo, tales como la hipertensión, diabetes, obesidad, y sedentarismo, entre otros; además de promover al que es el pilar fundamental de la rehabilitación: El ejercicio.

Y luego de un infarto ¿Qué?
Hasta hace pocos años, al infartado se le dejaba descansar el mayor tiempo posible, por miedo a alguna complicación; hoy ocurre todo lo contrario. Se sabe que el reposo prolongado puede producir un trombo o coágulo, lo que significa un mayor riesgo para el paciente.
Es por esta razón que la rehabilitación comienza en el hospital, entre el primer y segundo día, a penas el enfermo se encuentre despierto, tranquilo, y más recuperado. Como parte de la rehabilitación secundaria, el kinesiólogo realiza los ejercicios respiratorios en la unidad coronaria; y será éste el momento preciso para iniciar el proceso educativo. “El kinesiólogo, los internos de medicina, los becados de cardiología o los médicos cardiólogos de la sala, comienzan a explicarles qué les pasó, por qué razón, y lo más importante es que ellos sepan responder a estas preguntas”, destaca la Dra. Barquín.
Una vez identificada la causa principal, durante la rehabilitación se pone mayor énfasis en reforzar las medidas de prevención, y los cambios en el estilo de vida. La Dra. Inés Barquín comenta que si es necesario, se pueden utilizar medicamentos que ayuden a combatir, por ejemplo, el síndrome de abstinencia.
La rehabilitación cardiovascular se divide en tres etapas. La primera corresponde a la intrahospitalaria; proceso en el que durante una o dos semanas, mientras el paciente se encuentra en el establecimiento médico, éste es educado, y sometido a una rehabilitación muscular y cardiopulmonar por parte del kinesiólogo.
Una vez dada el alta hospitalaria, el paciente comienza la segunda etapa; en ésta se lleva a cabo la rehabilitación cardíaca, que se desarrolla en el gimnasio. El enfermo del corazón debe realizar sus ejercicios tres veces por semana en el hospital. El tiempo entre que la persona se va su casa y comienza la nueva fase del programa, va a depender de la evolución que éste pueda tener. “Lo ideal es que después de tres o cuatro semanas el paciente ya esté en condiciones; por supuesto que primero es revisado, se les realiza un test de esfuerzo, y que no haya mucho dolor”, afirmó la cardióloga clínica.

Dejando atrás el sedentarismo
Durante dos o tres meses como mínimo, el enfermo cardíaco debe asistir tres veces por semana al gimnasio del hospital. Aquí las enfermeras y kinesiólogos lo supervisan, acompañan, y monitorean su presión y pulso, y cuando es necesario, le realizan un electrocardiograma o telemetría. Los cardiólogos mientras tanto, evalúan los factores de riesgo y la evolución del paciente, registrando su aumento de la capacidad física.
Según la Dra. Barquín, la diferencia entre si la rehabilitación se realiza sólo dentro del hospital, o combinándola con una externa, obedecerá a la patología de cada paciente. “Aquellos que tienen riesgos más altos, como infartos graves, o el ventrículo izquierdo les quedó un poco disfuncionante, lo ideal es que se haga en el centro médico; en el caso del grupo de bajo riesgo se puede hacer un trabajo en el hospital, como también en su casa con una buena supervisión”, sostiene.
Una vez iniciada esta etapa, cada grupo muscular se trabaja según lo que necesite el paciente y sus posibilidades, que son evaluadas desde el principio. En forma progresiva, las mejoras harán que se aumente la intensidad; todo, por supuesto, bajo supervisión médica.
Otro de los beneficios que tiene el realizar el programa de rehabilitación en el gimnasio del hospital, es que conviven con otros pacientes que están pasando por el mismo proceso. El intercambio de experiencias les otorga seguridad y ánimo a las personas para así continuar con su recuperación, no la abandonen, e intenten superarse constantemente, lo que a la larga, mejorará sus expectativas.
La Doctora Barquín, comenta que para reforzar este proceso de cambio de estilos de vida, se realizan charlas educativas, a cargo de kinesiólogos, enfermeras y cardiólogos; en ellas los pacientes pueden dar a conocer sus inquietudes, miedos, y consultas. Los familiares que están a cargo de ellos en este período, también tienen la oportunidad de preguntar.
“En el caso de los hombres, en esta etapa se intenta que sean totalmente autovalentes, que sepan cuáles son sus remedios, en qué consiste su enfermedad, por qué les pasó, y cómo pueden prevenirla”, dice. Cuando los pacientes han sido tratados por aproximadamente tres meses en hospitales y centros especializados, tras la Rehabilitación Cardíaca conocen muy bien su enfermedad, saben perfectamente de qué se trata, a diferencia de aquellos que no pudieron asistir, y se controlaron en los policlínicos; ésta es la falencia que tiene la Rehabilitación Ambulatoria.
En ésta, los especialistas buscan generar instancias de conversación, e intercambio de ideas. Y es que los pacientes que por alguna razón no pudieron hacer su Rehabilitación Cardíaca en el hospital, tienen las mismas posibilidades de hacer prevención secundaria ambulatoria, pero con el único inconveniente -que no es menor-, de que les falta la etapa de educación, y la supervisión en el caso de los pacientes más graves.
Esta falta de control permanente, influBye en un posible abandono del programa, y es que entendiendo, que pese a ser un beneficio directo para los mismos pacientes, hay quienes no tienen la suficiente conciencia de su enfermedad.

 

Saliendo del hospital
Es importante destacar que a los pacientes en rehabilitación no se les da el alta, ya que estos sufren enfermedades crónicas que deben controlarse por el resto de sus vidas. “Se hace la prevención secundaria completa, cuidando que todos los índices queden en sus rangos normales. Una vez terminado el proceso de rehabilitación en el hospital, las personas se controlan en forma ambulatoria con sus médicos tratantes”, explica la especialista.
Cuando la persona sale del hospital sabe las metas, facilitando la mantención de lo que ya se ha logrado. Cada uno se preocupa de su salud, y continúan haciendo ejercicio. “Hay quienes se compran bicicletas estáticas para entrenarse en la casa; otros caminan varias cuadras, media hora diaria, en lo posible, todos los días”, agrega la Doctora.
Además, todo paciente posee un esquema de tratamiento de fármacos, que una vez dentro del programa de rehabilitación, el médico chequea periódicamente, regulándolo cada vez que sea necesario. Respecto a la prolongación de los ejercicios, en la etapa tres, el paciente continúa asistiendo tres veces por semana al gimnasio del hospital; pero el resto de los días debe realizar ciertas tareas por su parte, tales como caminar, hacer bicicleta, y deportes en el agua, que deben ir aumentando en intensidad de manera progresiva. Como durante las fases anteriores la persona fue evaluada según su evolución, ya está determinada su capacidad física, tiene un nivel de entrenamiento, y saben perfectamente hasta qué pulso pueden llegar.
Gradualmente, la persona con cardiopatía deberá continuar con el  programa aprendido, pero de manera independiente. Periódicamente será controlado por el equipo multidisciplinario, ya sea su médico de cabecera, cardiólogo, psicólogo, kinesiólogo, o nutricionista. Esta tercera fase debe durar toda la vida del paciente, pues el riesgo de muerte y re-infarto está siempre latente.
Los beneficios obtenidos tras la rehabilitación cardiovascular son muchos, y de gran importancia. No sólo se estabiliza o revierte la progresión de la enfermedad cardíaca, sino que se mejora considerablemente el escenario psicosocial y profesional del paciente. Además, los cambios se observan a simple vista, como el incremento en la predisposición al esfuerzo, y una actitud positiva frente a la actividad física.

 

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