Llevar el peso de un mal momento puede significarnos atentar en contra de nuestra salud. El aumento en el consumo de cigarrillo, de alcohol, y el desgano que provoca estar “estresado”, afectan bruscamente en contra de nuestro órgano principal. Vivir situaciones de enojos, o estrés en cualquiera de sus versiones (laboral, emocional, etc), puede hacernos pasar por algo más que un mal rato e, incluso, inducirnos a caer en vicios. Mucho se ha investigado sobre la relación entre el estrés y las enfermedades cardiovasculares, y los resultados arrojan una estrecha concomitancia. Es lo que ocurre cuando las personas que sufren de una enfermedad cardiovascular a menudo dicen sentir dolor en el corazón durante situaciones de estrés emocional, o viceversa, las posibilidades de tener un infarto en situaciones de estrés también son mayores, más aún si estos son frecuentes y repetidos a lo largo de los años. Lo anterior ocurre debido a que en momentos de estrés se acelera la frecuencia cardiaca, aumenta velocidad circulatoria y la presión arterial, lo que incrementa el trabajo cardiaco y por ende genera una mayor consumo de oxígeno por parte del músculo cardiaco. El estrés también incrementa la secreción de sustancias vasoactivas por parte del organismo (Noradrenalina, Adrenalina, Vasopresina, etc), las que aumentan el flujo sanguíneo, acelerando el daño de la pared arterial. Con el tiempo las arterias se van degenerando, engrosando su pared y haciéndose más rígidas, agregándose más adelante depósitos de calcio y colesterol, que estrechan la luz de la arteria y favorecen la ocurrencia de infartos. Durante diciembre de 2008 se dio a conocer una investigación británica, en la que se sugirió que la gente que tiene estrés psicológico experimentó un aumento de 50% en el riesgo de un evento de enfermedad cardiovascular durante el período de seguimiento. Esto, según los investigadores, puede deberse a que los individuos estresados presentaban altos índices de tabaco y realizaban poco ejercicio.
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