Arritmias

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿USTED SUFRE DE ARRITMIAS?

Ya sea en jóvenes o adultos, lo cierto es que este “desorden” del corazón puede ser inocuo o peligroso, dependiendo de varios factores. Sepa cuál puede sufrir usted, y los métodos para sanarlas.

La frecuencia cardíaca es el número de latidos del corazón o pulsaciones por minuto y puede fluctuar desde 50-80 latidos en situación de descanso hasta cerca de  200 por minuto cuando se hace ejercicio. Esto permite cumplir con su misión que es asegurar el suministro de nutrientes suficientes a los músculos y al resto del organismo.

Sin embargo, cuando la generación o la conducción de dichos impulsos eléctricos es defectuosa, se producen las arritmias, que pueden variar desde ritmos demasiado rápidos (taquicardia) a demasiado lentos (bradicardia).

En palabras del Dr. Dr René Asenjo, Director del Departamento cardiovascular del Hospital Clínico de la U. de Chile, y jefe de la unidad de arritmias de la Clínica Alemana, “el corazón tiene rangos de  frecuencia mínima y máxima por minuto, y sus latidos son bastante regulares. Cualquier variación de esos rangos de frecuencia o  de esa regularidad se denomina arritmia”.

 

Las arritmias pueden deberse a variaciones   fisiológicas de la frecuencia o regularidad, y, en otros casos pueden ser secundarias  a una patología del corazón. Si una persona corre o se asusta bruscamente, y llega a 120 o 150 pulsaciones por minuto eso se llama taquicardia sinusal,  que estrictamente es una arritmia, pero que es una condición fisiológica y benigna, porque es normal que el corazón responda de esa forma ante la elevación de adrenalina que generan esas situaciones. En cambio, en situaciones de descanso o relajo, y especialmente durante el sueño, una persona puede llegar a tener 40 pulsaciones por minuto, lo que  se llama bradicardia sinusal, que estrictamente hablando también es una arritmia, pero fisiológica y, por tanto, benigna.

 

Lo anterior, según el especialista, se debe distinguir de lo que son las arritmias patológicas. Estas se producen porque una persona nace con un defecto en el sistema de conducción  eléctrico que predispone a tener taquicardias o bloqueos cardiacos, o sufre enfermedades del corazón que afectan su función y estructura anatómica como un infarto, o la presión alta, o inflamación del corazón que deja cicatrices, entre algunas de las  muchas causas que pueden  existir. Finalmente, también son causa de arritmias los trastornos degenerativos del sistema de conducción que ocurren en la medida que envejecemos.  Ante la existencia de alguna de estas condiciones, se producen alteraciones en la conducción eléctrica del corazón y cuando coinciden  determinadas circunstancias producen taquicardias de comienzo brusco, o bradicardia súbita, las que corresponde a un trastorno orgánico y que puede ser de curso benigno, pero algunos de ellos pueden ser incluso mortales. La gran mayoría de las personas que mueren súbitamente han tenido como evento final una arritmia cardiaca.

 

¿Quienes padecen de arritmias?

Con fines prácticos podemos distinguir tres tipos de poblaciones susceptibles a sufrir de arritmias. Lejos, el grupo más común es el de los adultos mayores, ya sea porque han tendido infartos, o sufren problemas de hipertensión, tienen insuficiencia cardíaca o problemas en las válvulas cardíacas o miocardiopatías, o simplemente por el envejecimiento del sistema eléctrico del corazón. Todo esto afecta y produce arritmias distintas que van desde algunas que sólo provocan  incomodidades hasta otras que producen muerte súbita. Las arritmias más comunes en este grupo de personas son la fibrilación auricular, el flutter auricular, arritmias ventriculares, la enfermedad del nódulo sinusal y los bloqueos cardiacos

La segunda población de personas que sufre arritmias es aquella de adultos jóvenes o adolescentes que nacen con un defecto eléctrico del corazón, que le produce un tipo de arritmia llamada taquicardia paroxística supraventricular, y que es la arritmia importante  más común entre este grupo etáreo. Estos pacientes nacen con vías de conducción eléctrica adicionales al sistema de conducción normal, las que son de origen congénito, pero no heredables.

El tercer grupo son aquellos que tienen un trastorno genético, y por lo tanto heredable, que predispone a tener arritmias graves que pueden producir muerte súbita. La  mayoría de los pacientes de este grupo son niños o jóvenes, los que, por el carácter familiar de la enfermedad, frecuentemente tienen antecedentes de algún hermano o pariente cercano muerto súbitamente.

 

¿Qué síntomas sufren las personas con arritmias?

El síntoma más común son las palpitaciones, es decir la percepción de aceleramiento del corazón o de latidos irregulares o intermitentes. Otro síntoma es sufrir episodios súbitos de mareos, o de pérdida brusca de conciencia (síncope). Cuando una  taquicardia es la causa de un mareo o síncope este puede ser precedido de palpitaciones rápidas, en cambio cuando la causa es un bloqueo cardiaco o una disminución brusca del pulso (bradicardia) generalmente el desmayo es súbito y no es precedido de otras molestias. En estos casos lo habitual es que el paciente despierte en el suelo, con algún traumatismo, y sin tener claro qué le ocurrió. El síncope es un síntoma que siempre debe ser considerado de riesgo, especialmente si ocurre en personas con daño cardiaco, cuando ocurre en ejercicio y cuando el paciente tiene historia familiar de muerte súbita o tiene el diagnóstico de una enfermedad familiar o genética  que produce arritmias.

Otros síntomas que pueden producirse por una arritmia son el dolor de pecho o angina y una disminución de la capacidad para realizar actividad física. La disminución de la capacidad física puede ser progresiva y arrastrarse por días o semanas. Esto puede pueden ocurrir porque el pulso es muy lento o porque el paciente está con una arritmia permanente como fibrilación o flutter auricular.

Finalmente, algunas arritmias como la fibrilación o flutter auricular pueden no ser percibidas por el paciente, especialmente si el pulso no es muy rápido, y manifestarse por  una complicación como una embolia cerebral o de otro territorio.

 

¿Cómo se diagnostican las arritmias?

El diagnóstico se realiza mediante un registro de electrocardiograma mientras el paciente está con  la arritmia.  El electrocardiograma define el tipo de arritmia y su importancia. No es posible hacer diagnóstico preciso de una arritmia sólo con un examen clínico.  Por esto es tan importante que el paciente consulte en el momento en que presenta  los síntomas.

Como muchas de las arritmias son intermitentes o duran muy poco, y el paciente no alcanza a consultar, existen métodos de monitoreo electrocardiográfico ambulatorio. El más común es el Holter de 24 hrs, que permite detectar arritmias con gran precisión. Es muy útil para aquellos pacientes que tienen síntomas frecuentes. Cuando la arritmia no es detectada con este examen, existen sistemas de monitoreo más prolongados, como el monitoreo transtelefònico o loop. Este monitor se puede utilizar por varias semanas y cuando el paciente tiene síntomas graba un registro de electrocardiograma y lo puede transmitir telefónicamente, lo que lo hace muy útil en aquellos enfermos que tienen síntomas de corta duración y que pueden presentarse semanal o mensualmente. También existen monitores de electrocardiograma que se implantan debajo de la piel, cuya batería dura más de un año, y que se utiliza cuando hay síntomas más serios, como el síncope,  que no han podido documentarse electrocardiográficamente.  Finalmente, existe la posibilidad de realizar un estudio electrofisiológico para establecer el diagnóstico preciso e importancia de una arritmia. Este examen, a diferencia de los anteriores, es invasivo y  requiere hospitalización, por lo que se utiliza en situaciones especiales, particularmente cuando se sospecha una arritmia seria.

 

¿Una Arritmia es algo simple de tratar?

“Depende”, señala el Dr. Asenjo. Lejos lo más común dentro de las arritmias son las extrasístoles, es decir, latidos que se adelantan dentro del ritmo normal, y que se perciben como un saltito o un vuelco del corazón. “Eso es porque a nivel de aurículas y ventrículos, hay latidos que se adelantan al ritmo cardíaco normal. Es una arritmia benigna, muy común en gente joven que no sufren de alguna enfermedad cardiaca, que lo único que produce es malestar y angustia en la persona que lo siente. Se producen especialmente  cuando uno está muy tenso,  o ante el uso de sustancias estimulantes, como el café, la coca cola, antigripales, tabaco o alcohol. Esta es una arritmia benigna que habitualmente se mejora al dejar de consumir los estimulantes o al  tranquilizarse, y generalmente no requiere medicamentos, aunque en ocasiones es necesario recetar fármacos, e incluso en casos muy sintomáticos y sin respuesta a medicamentos puede ser necesario una intervención con catéteres para cauterizar el foco que produce la arritmia  (ablación con radiofrecuencia)”.

Hay pacientes que tienen  extrasístoles debido a una enfermedad del músculo cardiaco, como por ejemplo una cicatriz secundaria a un infarto. En estas condiciones los extrasístoles pueden inducir arritmias más graves, lo que es más complejo de tratar. Algunas formas de  extrasístoles ventriculares, particularmente  en pacientes que sufren enfermedades graves del corazón, pueden llegar a inducir  taquicardias serias, que incluso pueden ser  mortales. En este caso generalmente se requieren medicamentos y en algunos pacientes con alto riesgo de presentar muerte súbita puede ser recomendable el implante de dispositivos especiales o desfibriladores para tratar la muerte súbita. También requieren estos dispositivos aquellos que han sufrido muerte súbita y han tenido la suerte de haber sido exitosamente recuperados, y aquellos que tienen taquicardias graves originadas en los ventrículos.

 

“Una de las arritmias más difíciles de tratar es la fibrilación auricular. La probabilidad de tener esta arritmia aumenta con la edad; así por ejemplo, bajo los 50 años menos del 1% de la población tiene fibrilación auricular”, señaló el especialista. En cambio, sobre 80 años, alrededor del 10% de la población general tiene esta arritmia, es decir, 10 de cada 100 personas de esa edad que circulan en la calle la sufre. La fibrilación auricular es la arritmia seria más común en los mayores de 50 años, y es muy importante porque predispone a la formación de trombos o coágulos dentro del corazón. Esos coágulos se desprenden y la mayoría de las veces se van al cerebro, lo que provoca un accidente vascular cerebral que puede ser fatal o dejar serias secuelas neurológicas, por lo que es muy peligrosa”, dice el Dr. Asenjo. Las dificultades para tratarla se basan en que los medicamentos anti arrítmicos habituales tienen eficacia limitada, y además como la mayoría de estos enfermos tienen alteraciones estructurales en su corazón, y reciben otros medicamentos, los fármacos pueden provocar efectos colaterales. Adicionalmente, requieren el uso de anticoagulantes para evitar que se formen trombos en el corazón los que también pueden favorecer sangramientos. La esperanza con estos pacientes es el desarrollo de intervenciones con catéteres para lograr evitar su recurrencia, lo que actualmente se logra en pacientes seleccionados.

 

Las arritmias que probablemente tienen menos dificultades para ser tratadas son las taquicardias paroxísticas supra ventriculares, ya que suelen responder bien a las drogas anti arrítmicas, y en el caso que sean refractarias o muy mal toleradas son susceptibles de tratar con ablación a través de catéteres,

 

El tratamiento

Hoy día podemos distinguir cuatro tipos de tratamiento para prevenir la recurrencia de las  las arritmias, algunas de las cuales pueden ser curativas:

 

Medicamentos:

se utilizan para las arritmias benignas, como las extrasístoles, o para prevenir los episodios de  taquicardia paroxística supra ventricular,  y de fibrilación a flutter auricular, entre las más comunes. Para evitar que el paciente repita las arritmias se usan fármacos antiarrítmicos, como betabloqueadores, propafenona, flecainide, amiodarona, o sotalol, entre los más comúnmente usados  y  disponibles en nuestro país.

Los fármacos antiarrítmicos pueden producir efectos colaterales serios por lo que su uso requiere de un buen control cardiológico y de un adecuado cumplimiento del paciente  de las dosis y horarios recomendados.

En el caso de pacientes que sufren fibrilación o flutter auricular, también se recetan medicamentos anticoagulantes para evitar que se formen trombos dentro del corazón los que si se desprenden pueden producir una embolia cerebral.

 

La otra posibilidad es el uso de dispositivos cardíacos, como los  marcapasos, que son para personas con bradicardia o  pulso muy lento y bloqueos cardíacos. En este caso el marcapasos se encarga de estimular al corazón a la frecuencia que el médico programa, lo que impide que el paciente tenga síntomas derivados del pulso lento.

El otro tipo de dispositivo es el  cardiodesfibrilador o desfibrilador interno, que se usa para tratar las arritmias más graves y  que inducen muerte súbita. El  desfibrilador es un dispositivo parecido al marcapasos, que permanentemente esté vigilando el ritmo cardiaco, y cuando se produce una taquicardia o fibrilación ventricular, que son arritmias graves que provocan paro cardiaco, el aparato envía estímulos eléctricos para detener la taquicardia. En caso de no responder, este aparato aplica una descarga eléctrica que detiene la arritmia, evitando así que el paciente se muera. El desfibrilador se utiliza en pacientes que han sido recuperados de un paro cardiaco, y en aquellos que tienen alto riesgo de sufrir muerte súbita, como aquellos con taquicardia ventricular a pesar del uso de antiarrítmicos, y en niños o jóvenes con arritmias de origen genético, o pacientes con daño importante y función muy debilitada del corazón. La razón de implantar un desfibrilador preventivamente en estos pacientes en riesgo, es que cuando ocurre un paro cardiaco la probabilidad de sobrevivir sin secuelas neurológicas es extraordinariamente baja, aún en países con sistemas de rescate organizado.

 

Ablación con Radiofrecuencia. Esta forma de tratamiento está disponible en nuestro país desde principios de la década del 90, y se basa en la aplicación de radiofrecuencia a través de un catéter y cauterizar el foco de la arritmia. Los catéteres son introducidos con anestesia local por venas o arterias de la ingle y llevados al corazón sin que el paciente lo perciba. Luego de ubicar el mecanismo y  el origen  de la taquicardia, a través del mismo catéter  se cauteriza el foco causal lo que elimina la arritmia en forma definitiva. Es decir, es una terapia curativa en la gran mayoría de los pacientes que tienen indicación para esta intervención, es muy bien tolerada y en manos experimentadas tiene muy baja incidencia de complicaciones. Actualmente esta forma de terapia está recomendada para curar  la gran mayoría de las taquicardias, como  los distintos tipos de taquicardia paroxística supra ventricular, el flutter auricular, algunas formas de taquicardias ventriculares y en los últimos años también se ha avanzado mucho para tratar la  fibrilación auricular.

“En nuestra experiencia cerca del  99% de las personas que tiene taquicardias paroxísticas se curan definitivamente con radiofrecuencia,  más del 95% de las personas que tienen flutter y cerca del 70% de aquellos con fibrilación auricular.  Esto implica  una mejoría definitiva, es decir, no requieren mas medicamentos ni nada”, enfatiza el médico.

 

Tratamiento quirúrgico de las arritmias. Hay un pequeño grupo de pacientes cuya arritmia  no puede ser resuelta con dispositivos o ablación con catéteres y que pueden requerir tratamiento quirúrgico. En la actualidad el grupo que más se beneficia de la cirugía son aquellos pacientes con antecedentes de fibrilación auricular y que deben ser operados del corazón para corregir un problema coronario o de las válvulas. Luego de corregir el problema que motivó la cirugía a corazón abierto, el cirujano puede realizar una intervención adicional en las aurículas para tratar la fibrilación auricular. Esta intervención, si se cuenta con los equipos apropiados, prolonga la cirugía unos pocos minutos, y en grupos experimentados logra curar la arritmia en más del 90% de los pacientes.

 

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